A pesar de que el otro día vi en el cine La delicadeza y me gustaría comentar algo acerca de ella, poco después vi este film del director japonés Akira Kurosawa y me di cuenta de que tenía bastante más chicha, que, al fin y al cabo, es lo que hace falta para hablar de algo.
Hablamos ya de Ran (1985), la última gran película de Akira Kurosawa, y con el presupuesto más alto que haya tenido jamás una película japonesa, 12 millones de dólares. La historia trata un típico drama japonés de época (un jidaigeki) basado en las historias Mori Motonari y El Rey Lear, de William Shakespeare. La película nos presenta a 4 personajes principales, Hidetora Ichimonji y sus tres hijos, Taro, Jiro y Saburo, en orden de edad. Hidetora considera que debe abdicar en su hijo más mayor para que el clan de los Ichimonji conserve su grandeza, pero esta decisión no es bien vista por sus otros dos hijos. Las consecuencias de esta decisión se verán reflejadas en el resto de la película, que nos muestra cómo la avaricia, el ansia de poder y la codicia pueden destruir una familia por completo.
Ran es una historia que en principio puede parecer un simple drama familiar, pero que se puede extrapolar a muchísimas situaciones de la vida diaria, por eso considero que más que una buena película, es una lección de vida, con su obvia moraleja final, que debéis sacar al ver la película completa.
Con el propósito de no destriparos el film intentaré no hablar más sobre la trama central y me centraré en consideraciones técnicas, y digo consideraciones porque son opiniones y no hechos. En primer lugar, y como se suele decir de este film, destaca el color utilizado por Kurosawa, y más que el color me refiero al contraste que desprende el choque entre la sobriedad de algunos escenarios con la agresividad cromática de los vestuarios (huelga decir que la película ganó el Oscar a Mejor Vestuario ese año). La agresividad que genera este contraste se relaciona con la propia agresividad de la trama central de la película. Otro rasgo de agresividad que se observa en la película es el maquillaje, sobre todo en la cara del personaje principal, Hidetora, que va cambiando según avanza la historia para mostrar una mayor profundidad emocional.
Es algo en lo que no suelo fijarme mucho, pero el diseño de producción de la película está muy trabajado. Solo hay que fijarse en el vestuario, las localizaciones (todo se rodó en las laderas del Monte Fuji) y en el reparto, pues más de 1.000 extras participaron en la película como soldados. Ardua tarea de dirección la del cineasta japonés, que podemos observar con detalle en el documental A.K. Akira Kurosawa, el cual desde aquí recomiendo.
En este vídeo (lo siento por la calidad y por la duración, pero es lo mejor que he encontrado de esta escena), observamos uno de los tramos más interesantes del film, al menos en lo que a mí respecta. Es el tramo que representa el primer punto de giro de la película tras el detonante (la abdicación de Hidetora). En un tramo de tal calibre, al que los espectadores llegamos con un punto álgido de emoción, la realización tiene que estar siempre a la altura, y en este caso no solo la realización técnica se encuentra a la altura sino que se une con otro elemento que hace a la escena mejor aún: la música. Y es que el acompañamiento musical orquestado por Toru Takemitsu se engrandece en esta escena hasta casi robarle el protagonismo a la imagen. El sonido ambiente deja su lugar a la música, que es la que verdaderamente nos ayuda a sentir todo lo que estamos viendo. Así pues, la escena se alarga hasta los 10 minutos o más de duración y la disfrutas de igual manera. Si el caos suena de alguna manera, estoy seguro de que es de ésta.
En el trasfondo de la película encontramos un claro mensaje antibelicista, mensaje que se envía, paradójicamente, con una historia de violencia y de intenciones encontradas. Como ya le dijo su hermano a Akira Kurosawa tras una gran catástrofe en Japón, "Si te tapas los ojos ante algo aterrador, seguirás aterrado el resto de tu vida, sin embargo si lo miras fijamente y te enfrentas a ello, nada tendrás que temer". Y esto es Ran, una mirada clara y concisa (bueno, concisa no), a una de tantas historias violentas que hay en el mundo, una lección que nos muestra cómo NO deberíamos ser. Pero el ser humano... es así y, desgraciadamente, seguirá siéndolo.
Mi puntuación final:

Ah, por último, pero no menos importante: Ran significa 'caos', como el que se forma tras la controvertida decisión de Hidetora; como el que producen sentimientos como la codicia; como el que produce la guerra.