domingo, 5 de agosto de 2012

Rubber (Quentin Dupieux)



Han pasado unos cuantos días y vuelvo con una apuesta fuerte. En una escena cinematográfica en la que lo que más importa es lo mainstream (en parte por razones obvias) pocas veces salen al mercado películas como ésta de la que os voy a hablar hoy. Rubber (2010) es una película francesa dirigida por Quentin Dupieux (también conocido como Mr. Oizo), un director francés y también productor musical que ahora mismo tiene 2 filmes en su haber. Esta película constituye una apuesta valiente en el panorama cinematográfico actual y, sobre todo, una buena forma de dar a conocer el cine independiente.


La película comienza con toda una declaración de intenciones y es que las personas que han visto este film no olvidan el monólogo que abre Rubber. En él, se nos explica que lo que estamos a punto de ver es un homenaje a la sinrazón (“the film you’re about to see today is an homage to the no reason”). Y el resto de la película va rodada (literalmente), porque pronto conocemos a Robert, que resulta ser una rueda. Rueda que “nace” y que parece estar aprendiendo a andar. Lo que Robert hace a partir de entonces sólo lo entiende él. ¿Por qué? Porque no hay una razón para todo esto. Robert mata usando la fuerza psíquica y rueda por el desierto sin saber dónde ir. Incluso hay amor. En una película sobre una rueda. Sublime.

Pero, ¿por qué he elegido Rubber a parte de por ser una película altamente anti-comercial? Por su estética y por su fotografía. Rubber es una de esas películas que te encandilan solamente con sus imágenes y, aunque personalmente no apruebo este tipo de films, se puede hacer una excepción con esta cinta que nos lleva de viaje por los parajes desérticos que Robert recorre.

Ahora bien, si la fotografía es buena, quiero apuntar otra cosa importante, o más bien curiosa, de la película. En ella se observa la figura del voyeur gracias a un grupo de espectadores que observa los movimientos de Robert con prismáticos, como si estuviesen presenciando una película, al igual que hacemos nosotros. Los observadores comentan lo que ven pero nunca interactúan con la historia de Robert, por lo que se puede deducir que ese grupo de espectadores explícitos nos representa a nosotros (esto se deja claro cuando, después de que el policía que habla a la cámara al principio del film se vaya, la cámara retrocede y sube, dejándonos ver que a quien hablaba era a los espectadores explícitos), y no es que se les trate muy bien, más bien se hace una bonita sátira ridiculizando el gusto de los espectadores a la hora de elegir películas que ver. El grupo de espectadores, hambriento tras no haber comido nada en dos días en el desierto, se lanza sobre un pollo asado que el organizador les lleva, y un día después comienzan a sentirse mal, pues el pollo estaba envenenado. Solamente uno de ellos, que decide no comer el pollo, se libra del angustioso dolor de estómago, mientras se burla de ellos. Extrapolándolo a la realidad cinematográfica lo que tenemos es un grupo espectadores que se lanzan sobre la primera película que sale a la cartelera, contaminando su mente. La persona que tiene más criterio decide no consumir ese tipo de cine y se queda sin experimentar esos "dolores". Se trata de Dupieux contra el cine comercial, al igual que el último plano de la película. 


Siguiendo el tema de la observación, y con la ayuda de @josuperezmarín hablaré ligeramente de la subjetividad en esta película, ya que trae muy buenos ejemplos. La teoría básica del cine nos dice que “podemos colocar la cámara emulando diversos puntos de vista”. De ahí podemos sacar lo que llamamos plano objetivo y plano subjetivo. El plano objetivo es aquél en el que la cámara toma una posición neutral y el plano subjetivo es el que nos sitúa en la mirada de un personaje en concreto. A partir de ahí podemos separar perspectiva visual (la posición de la cámara) de apreciación visual (según quién eso que vemos es así). Hay que distinguir la perspectiva neutral de la perspectiva de un personaje, como en este ejemplo en el que el conductor de la camioneta mira a Robert.




En la primera foto vemos un plano objetivo del conductor. En él, la perspectiva es neutral y la apreciación también, sin embargo, acto seguido mira a Robert y el plano cambia. Lo que vemos es un plano subjetivo en el que la perspectiva es la del conductor. La apreciación es neutral puesto que no solo el conductor ve a Robert sino que todos le vemos. Es importante diferenciar perspectiva y apreciación para un buen entendimiento de las películas, ya no solo de ésta. En todas se utiliza ese recurso para crearnos sentimientos distintos en cada momento. 

En definitiva, Rubber es una película que hay que ver, un must, si consideramos su fotografía y su potente mensaje, aunque el argumento no esté a la altura de estas dos cualidades.

Mi puntuación final:

Un 6/10. Rubber no es como meterse caucho en la boca, es como ir a un restaurante al que no has ido nunca y probar el plato más raro. No sabes cómo será pero tampoco sabes por qué te atrae. Es un pollo asado con aroma francés. Eso sí, esta vez no os comáis el pollo, NO os comáis el pollo.

Un abracito. 

PD: Esta vez en lugar de póster he puesto una foto del DVD que me llegó hace poco, y me hacía ilusión. Las imágenes son pantallazos del DVD. El tema de la subjetividad en Rubber la he escrito con la inestimable ayuda de mi amigo Josu, que eligió sabiamente esta película para realizar su trabajo 'Rubber y la subjetividad'. 

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