domingo, 10 de junio de 2012

El hombre que sabía demasiado (Alfred Hitchcock)


Llevo una pequeña temporada haciendo una especie de “ciclo” Hitchcock, y esta película es la que me ha parecido más interesante para comentar en el blog. El hombre que sabía demasiado es un film que Hitchcock ya realizó en 1934 (con Peter Lorre en el reparto tras triunfar con M, el vampiro de Düsseldorf en 1931, todo sea dicho) y que vuelve a realizar tras cruzar el charco en una especie de “plagio a sí mismo” en 1956, esta vez con el gran James Stewart y con Doris Day.


La película nos sitúa en Marrakech, donde Ben McKenna (Stewart) y su esposa Jo Conway McKenna (Day) comparten unas vacaciones en las que conocen a un misterioso hombre, Louis Bernard. El hecho de conocer a este hombre agravará su situación hasta el punto de que su hijo sea secuestrado y tengan que hacer lo posible por recuperarlo.

Lo primero que vemos en el film, mientras los créditos van pasando delante de nosotros, es una orquesta, que está tocando la música que acompaña los rótulos. Pocas veces se ve esto, pero, una vez visto el film se comprende la importancia de la música, primordial para la trama. Además, tras los créditos, una frase imprimida en la pantalla: “Un simple golpe de platillos, y cómo estremeció la vida de una familia americana”. Es tan compacta la figura de autor de Hitchcock que incluso antes de que comience la película ya nos ha plantado la semilla de la música en la cabeza, y estamos todo el rato con la mosca detrás de la oreja pensando por qué lo habrá hecho, hasta que lo comprendemos.

Precisamente acompañada de la música está la escena más interesante del film, y, para mí, una de las mejores escenas de las películas de Hitchcock (de las que he visto al menos). Esta escena nos sitúa en el Albert Hall, en Londres, en un ambiente de suspense superlativo, Jo (a la postre la conductora real de la trama de la película) se debate en un debate interno colosal mientras escucha a la Orquesta Sinfónica de Londres (conducida por Bernard Herrmann). La información de lo que va a ocurrir en esa escena se nos ha dado, hábilmente, momentos antes, preparándonos para una escena de 12 minutos en los que estamos con los ojos pegados a la pantalla esperando que ocurra lo inevitable.

Y es precisamente en esto en lo que se basa el suspense de Hitchcock, en darle al espectador la información que el personaje no tiene, en regular el saber, de forma que nosotros esperemos ansiosos cuándo y de qué forma el personaje se dará cuenta y cómo terminarán las cosas. Así, nosotros los espectadores nos convertimos en “los que sabían demasiado”, los que se quedan durante 12 minutos mirando cómo una orquesta sinfónica toca música clásica esperando que ocurra algo. Touché, Alfredo.


Cabe destacar que la música de la cinta está compuesta por Bernard Herrman, hombre que sale en la película conduciendo la orquesta de la escena ya mencionada, y que colaboraría en varias ocasiones más con Hitchcock (componiendo temas geniales como el de Psicosis, el de Vértigo, el de Con la muerte en los talones…). Toda la música salvo la oscarizada canción clave de la película, la famosa 'Qué será, será' (Whatever will be, will be), que todos hemos cantado alguna vez.

Mi puntuación final:

Un 8/10. El hombre que sabía demasiado es un pollito asado, de los que no se tiene el gusto de comer todas las veces que nos gustaría, pero que siempre se disfruta gratamente. En definitiva, un buen plato.

Decir que el título de la película revela lo desastrosa que puede llegar a ser una simple coincidencia, el hecho de saber demasiado puede acarrearte muchos problemas.

Un abracito. 

1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

Una buena historia, bien contada, con un Hitchcock amable que muestra ante la pantalla todas sus neuras y debilidades de la mano de Alma, su comprensiva esposa. Buenas interpretaciones para una película que hace pasar un buen rato. Un saludo!