Tras El Aviador e Infiltrados había quedado clara la ambivalencia y la imprevisibilidad de Scorsese, que es capaz tanto de hacer películas que pasan desapercibidas como (y esto es lo que ocurre en el 80% de las ocasiones) crear auténticos mitos.
Y esto es Shutter Island. Dentro de 50 años posiblemente Leonardo DiCaprio mirará hacia atrás y se dará cuenta de todo lo que le debe a este gran director (si no lo sabe ya). No hace falta hablar de la carrera previa de Martin Scorsese, creador de piezas indispensables como Taxi Driver, Goodfellas, Casino o la última, La invención de Hugo, así que comenzamos.
La película desarrolla dos historias, o más bien, una historia “en acto” y otra historia “potencial”, para explicarme primero haré un pequeño resumen: el agente Edward Daniel y el agente Chuck Aule llegan a la institución mental Ashecliffe en Shutter Island para investigar la supuesta desaparición de Rachel Solando, una paciente que ha dejado una nota en su celda: “La ley de 4. ¿Quién es el 67?”. Teddy (Edward) comienza a investigar junto con Chuck y… tendréis que verla, porque a partir de ahora hablaré de forma cristalina, así que, si no la has visto, deja de leer y vuelve después de verla.
Como había dicho, desde el principio de la película hay dos historias. La historia “en potencia” (paradójicamente) es la que se pone en escena durante 120 minutos de metraje, la que nos hacen tragarnos, engañándonos de mala manera, es la siguiente.
Tras llegar en barco, los dos agentes comienzan a investigar esa desaparición. Durante la investigación Teddy descubre que el paciente 67 es Andrew Laeddis, el hombre que inició el fuego en el que murió la mujer de Teddy, Dolores. Descubre el faro (clave en la película), habla con la verdadera Rachel Solando, habla con George Noyce, paciente del Pabellón C al que agrede… todas esas cosas que nos llevan a pensar que Teddy está en lo cierto, que no es una ilusión, sino que está siendo objeto de una trampa...
…si no fuera por…
…los 10 últimos minutos de la película, donde se desarrolla la historia “en acto”, la historia real. Teddy lleva 2 años siendo paciente del centro, es esquizofrénico a causa de el trauma de matar a su mujer (con tendencias suicidas) tras el asesinato de sus hijos por la misma, además de tener duros recuerdos del final de la Segunda Guerra Mundial, concretamente de la liberación de Dachau. Llevan 2 años tratando a Teddy y no ha habido manera de que entrara en razón (salvo en una ocasión, con posterior recaída), hasta este momento, en el que Teddy acepta todo lo que ocurrió realmente y que se había inventado la historia de Rachel Solando (un simple anagrama de Dolores Chanal). Acepta que él es Andrew Laeddis (anagrama de Edward Daniels), el paciente 67. Así, descubrimos que el doctor Sheehan había sido su psiquiatra durante esos 2 años, y que había formado parte de la pantomima interpretando a Chuck.
Hasta aquí todo perfecto, vale, todo formaba parte de un plan radical y extremista para intentar que Teddy aceptara los hechos acaecidos en la primavera del 52, finalmente lo acepta y nos adentramos en la última escena del film. Teddy, sentado en unas escaleras, el doctor Sheehan que se acerca. Teddy vuelve a llamarle Chuck (¿ha recaído?) y éste mira hacia los doctores asumiendo que tendrán que llevarle al faro a hacerle la lobotomía. Pero es la última frase de la película la que nos sume en uno de los finales más abiertos que nunca he visto: “A veces me pregunto si sería peor vivir como un monstruo o morir como un buen hombre”. La pregunta obligada es: ¿realmente ha recaído en su esquizofrenia o el dolor de los recuerdos es tan fuerte que prefiere ser lobotomizado para no recordarlos más? Juzguen ustedes mismos.
Por último, compartir con todos las pequeñas “siembras” que nos hacen sospechar que realmente Chuck es el doctor Sheehan y que la historia real es la que está “en acto”. Por ejemplo, durante los interrogatorios a las personas que compartieron la terapia de grupo con Rachel Solando, los pacientes no dejan de mirar a Chuck, que es insertado varias veces en el encuadre. Otro momento (en el que incluso Teddy sospecha, y esto Scorsese nos lo pone en bandeja de plata) es en el que Rachel Solando (la supuesta paciente) reaparece y no tiene ni una sola herida en los pies. ¿Casualidad? Estas pequeñas pistas, obviamente, se hacen mucho más patentes con el segundo visionado de la película, como ha sido mi caso.
He de decir que se disfruta tanto o más que la primera vez, sobre todo si no recordabas bien la trama.
Mi puntuación final:
Un 9/10. Todo este entramado de paranoias esquizofrénicas hacen de Shutter Island un verdadero taco de pollo, con sazonado, pimientitos, carne e incluso queso, toda una gozada, aunque, a la postre (y si es tu primera vez), difícil de digerir por la cantidad de información que contiene.
Un abracito.
1 comentario:
y que cuando llegan a Shutter Island, Chuck no sabe sacarse la pistola, se le traba, ya que realmente no es policía.
que buena película.
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